domingo, 27 de marzo de 2011

Payasas ridículas( Situación Kafkiana)

Era un día alegre. Hace tiempo que a mis amigas le había pedido un gran favor. Ellas aceptaron; Marta, como simpre, la más lanzada no se lo pensó. Noelia tardó un tiempo en analizarlo y aceptar. Por último mi prima, que es la que tiene el sentido del rídiculo más exigente, fue la qué tardó más en asimilarlo. El favor era que se vistieran conmigo de payasos para representar una función; vamos hacer un poco el tonto. Era para el cumpleaños de mi primo, que cumplía dos años. El lugar era en el centro cultural de Ribatejada, un pueblecito al lado de Alcalá de Henares.
Nosotras supuestamente solo teníamos que disfrazarnos, que ya era mucho, sobretodo para el soberano rídiculo que sabíamos que ibamos a hacer, hacer playback con el Cantajuegos y representarles con marionetas el cuento de los Tres cerditos y los Siete Enanitos.
Todo empezó el sábado por la mañana, la vergüenza que teníamos de disfrazarnos delante de todo el mundo, se contraponía al consuelo de que no conociamos a mucha gente. Cuando llegamos al centro cultural, comenzamos a disfrazarnos, yo con el traje más ridículo. Nos pintámos nosotras y empezamos a repartirnos los papeles de a quién le tocaba Blancanieves, a quién el Lobo Feroz... Total, que nosotras con nuestro corte, pero al mismo tiempo con la alegría de que esperábamos que a los niños les iba a encantar. Cuando ya nos encontrábamos listas, salimos al ritmo de " Cumpleaños feliz" de Parchís. Nosotras supercontentas, saludando a todo el mundo y por supuesto a los niños. Para nuestra gran decepción éstos empezaron a llorar como locos, sin parar. Normal, yo también hubiéra llorado si a mi fiesta de cumpleaños vienen cuatro locas vestidas de PAYASAS. Y para rematar todo el mundo riéndose de nosotras o con nosotras, eso dicen. La situación era absurda, los niños muertos de miedo y los adultos intentando consolarles. Y mientras tanto, ahí nosotras subidas en un escenario cantando el Cantajuegos, que sólo me lo sabía yo por cierto. Al final, como los niños no paraban de llorar, optamos por pasar de tanto bailoteo y representar los cuentos, escondidas detrás de un biombo porque si no lloraban. A todo esto nosotras empezamos a discutir de la frustación que teníamos. Nos habíamos preparado tan bien para luego acabar escondidas detrás de un biombo. Imaginaros esta situación impredisible. A cuatro payasas discutiendo con toda la cara pintada y con todo los morros rojos. Vamos, que al fin nos quitamos lo disfraces y creo que todo volvió a la normalidad. ¡Ah no! Los niños presentes no pudieron volver a ver payasos gracias a nosotras. Lo bueno es que ahora recordándolo nos reímos un montón y fue una gran excusa para pasar todo el fin de semana juntas. También nos dijeron que serviamos para maquilladoras, yo creo que es lo único que estaba claro.

Observad, para que veais que fue una situación Kafkiana real.

1 comentario:

  1. Jajajajajaja, me ha encantado esta historia. Los payasos dan miedo a todo el mundo medianamente normal. Yo los aborrezco y de pequeño me aterrorizaban. No es que la situación fuera kafkiana, es que los personajes kafkianos sois vosotras. ¿A quién se le ocurre aceptar semejante trabajo?

    ResponderEliminar