lunes, 7 de marzo de 2011

Alegría, sueños y esperanza. Grandes palabras que pueden hacer grandes cosas. Te encuentras en la cima de la montaña, observando todo a tu alrededor, teniendo el mundo a tus pies, a tu alcance. Solo tienes que estirar tus brazos y coger todo aquello que quieras, que consideras que lo necesitas. Alarga el brazo y tendrás todo lo que desees, riquezas, amistad, amor, sentimientos... No hay porqué preocuparse lo tienes todo a tu alcance, sin angustías, sin agobios obtienes todo con lo que siempre has soñado. Pero llega un momento en el que quieres más, más, más... No puedes vivir agusto si no tienes todo a tus pies, al alcance de tu mano. La inquietud que te produce pensar que puedes perder aquello te produce ansiedad. Sientes como el escalofrío te entra por los pies y recorre todo tu cuerpo hasta llegar a lo mas hondo de tu cerebro, penetrandote la idea de alarma. No puede permitite dejarlo pasar. Tienes que mantenerte en la cima de la montaña, obteniéndo todo lo que desees con solo estirar el dedo meñique. Todo te da igual, solo te importas TÚ, quieres tu bienestar sin pensar en los demás. Simplemente no quieres prescindir de todo lo que habías adquirido tan fácilmente. Quieres más y más. Poseer cada día más y más, mirando solo tu ombligo.
Pero llega un día que te encuentras solo. No tienes a nadie. Eso sí te encuentras rodeado de riquezas y de todo aquello que deseabas poseer. Rastro de personas; ¡NINGUNA! Voz de alarma... Y como quién dice "la avaricia rompe el saco" y en este caso la avaricia lo ha desgarrado por completo, solo queda el rastro de las monedas que vas dejando. Por ello
en muchas ocasiones esas grandes palabras del principio se ponen en tu contra, y te inducen a hacer cosas inesperadas e insospechable.TRISTEZA, FRUSTACIÓN Y DESESPERANZA.
Un buen día piensas y recuerdas aquel camino que dejaste con las monedas caídas del saco roto por la avaricia. Te acuerdas de donde estaban y hayas la primera, más tarde encuentras la segunda, así sucesivamente hasta el final. Allí te das cuenta de tu vida de por qué estás allí, tú solo, sin nadie a tu lado. Y te empieza a entra el gran arrepentimiento, ese que no puedes sostener a tu lado, tambaleas. Pero al fín encuentras el equilibrio, tú equilibrio y pronto te consuelas...
Has vuelta a vivir tu vida como antes, más vale tarde que nunca, aunque esto no siempre funcione, esta vez sí. Has tenido suete, no te olvides, mucha suerte. No todo el mundo reencuentra su vida original después de pasar por una totalmente paralela a la normal, llena de vicios, avaricias y riquezas. Pero tú la encontraste enhorabuena. Me alego por ello.

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